El lucrativo negocio de la venta de piedras

En una época en la que no se hablaba de emprender.

Hola:

Hace casi medio siglo, 48 años para ser exactos y cuando no se hablaba de emprender, George Dahl encontró una idea de negocio que lo hizo millonario.

Dahl, nacido en 1936, era hijo de una camarera y de un trabajador de un aserradero. Logró estudiar en la Universidad de Washington, y luego empezó a trabajar en el mundo de la publicidad. A mediados de los años 70 vivía en Los Gatos, California (sí, donde está la sede de Netflix), trabajando como corrector de textos.

Un día estaba en un bar, con dos amigos, tomándose unas copas. En medio de la conversación, sus colegas se quejaban del trabajo que les daban sus mascotas. Hay que limpiarlas, pasearlas, darles de comer, enseñarles… Él, en tono de broma, les explicó que no tenía ningún problema con su mascota, porque era una roca. Esta anécdota, que el propio Dahl contó en entrevistas, le hizo pensar que quizá pudiera hacerse realidad.

Con sus conocimientos sobre el campo del marketing y la publicidad, se puso a desarrollar la idea. Cuando la tuvo esbozada, busco y encontró a un par de inversionistas, que le acompañaron en esta loca aventura.

La idea, a la que llamó Pet Rock, era sencilla: una roca, lisa y de forma ovalada, de un tamaño inferior a una mano, que iba metida en una caja de cartón, con unos agujeros en los laterales para que pudiese «respirar» y sobre una cama de virutas. Primero, las piedras las compraba en un almacén de materiales de construcción, y cuando la demanda creció más, empezó a traerlas de una playa mexicana.

Pero la parte estrella era un voluminoso manual de instrucciones, de 32 páginas, sobre cómo cuidar a la mascota. Escrito con bastante gracia y rozando lo absurdo. Entre otras recomendaciones para el entrenamiento de la nueva mascota, aseguraba que las órdenes «siéntate», «párate» o «hazte el muerto» eran fáciles de enseñar. Otras como «rueda» requerían cierta ayuda del dueño, como pasaba también con la orden «ataca». Mientras que algunas como «levántate» o «ven» era imposible que las aprendiera.

Empezó a venderse en el verano de 1975, por un precio de 3,95 dólares. Lo presentó en importantes ferias de regalos, como en la de San Francisco o Nueva York, y los medios de comunicación se hicieron eco del lanzamiento. Y los pedidos empezaron a llegar. En las primeras semanas él mismo y su mujer se encargaban de todo el proceso, pero llegó un momento en el que tuvo que contratar gente para poder asumir el nivel de pedidos que llegaban.

Se convirtió en el regalo estrella de la navidad de 1975. Y tan rápido como la moda llegó, se fue. Pero por el camino vendió casi 2 millones de piedras. Teniendo en cuenta que los costos eran bajísimos (las rocas le costaban un centavo), los beneficios fueron millonarios. Logró casi 3 millones de dólares.

Luego de tanto tiempo, ¿seguirá siendo negocio?, solo si le ponemos un diferenciador a todo lo que hay en el mercado, y si, podemos encontrar una veta de negocio en la venta de piedras. Vean, por favor.

Busquemos la inspiración a nuestro alrededor, seguro está más cerca de lo que imaginamos.

#Saludos #Entrecanos,

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